lunes, 20 de enero de 2014

AUTOMEDICARSE ES UN ERROR


Bejucal, Mayabeque, Cuba - La automedicación y sus consecuencias nefastas para nuestro organismo son asignatura pendiente de muchos individuos, que porfían conocerse mejor que un médico.
Científicos y personas responsables se dan la mano a la hora de cuestionar la ingestión de medicinas a su libre albedrío. Para los voluntariosos de siempre, uno se muere el día que le toca y, por tanto, ellos hacen con su vida lo que estiman conveniente.
Sin ser extremistas, es razonable tener una vida organizada, con alimentación balanceada, higiene adecuada, respeto de horarios para la vida personal y social, y asistencia a los especialistas de cualquier tema, incluidos los médicos, cuando tenemos dudas sobre determinado asunto.
Y es que hasta los galenos acuden a otros colegas para examinarse, pues todos podemos equivocarnos en una apreciación, por lo que vale discutir si no hay coincidencia de criterios, cuando las enfermedades aparecen.
No siempre los síntomas se presentan idénticos para todas las dolencias. Se conoce que muchos virus mutan y transforman sus modos de repercutir en la salud humana. Por tanto, hay que asegurarse correctamente, primero del diagnóstico, para, luego, llevar un tratamiento ordenado por un facultativo.
Lo demás: escuchar comentarios de vecinos o personas que nos quieren, pero no son expertos, y que nos incitan a ingerir tal o más cual remedio o no tener voluntad para ir a consulta, son procedimientos alejados de la lógica inteligente, de la sanidad mental y verdaderos atentados contra nuestras vidas.
¿Alguien puede estimar cuánto daño nos hacemos al incorporar sustancias de diversa índole sin analizar edad, peso corporal, actividad física que realizamos o alimentación que recibimos? Cada organismo necesita controlar sus capacidades para saber a ciencia cierta su ritmo de funcionamiento.
Solo un médico puede conducirnos en ese camino, para tomar las medidas pertinentes y regular los químicos a emplear en el tratamiento individual. Bien dijo algún sabio que no existen enfermedades, sino enfermos. Es esa una sentencia irrefutable de que el remedio de mi vecina puede no ser el mío o el de usted, aunque, aparentemente, tengamos síntomas análogos.
Lo peor será que al administrar mal los medicamentos, además de no curamos, creamos involuntariamente una barrera, que no permite actuar contra virus, bacterias u otro microorganismo patógeno.
Automedicarse es casi un deporte para una parte de la población cubana. No sé si en otro país ocurre algo similar. Lástima que este no sea de los que compiten en Olimpiadas, pues a los practicantes casi les aseguro el éxito rotundo por su intrepidez a toda prueba.
Pero jamás podré aplaudirlos en segunda vuelta, porque la vida es un examen más difícil y en algún momento nos hace reconocer cada error.

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