AUTOMEDICARSE ES UN ERROR
Bejucal, Mayabeque, Cuba - La automedicación y
sus consecuencias nefastas para nuestro organismo son asignatura pendiente de
muchos individuos, que porfían conocerse mejor que un médico.
Científicos y
personas responsables se dan la mano a la hora de cuestionar la ingestión de
medicinas a su libre albedrío. Para los voluntariosos de siempre, uno se muere
el día que le toca y, por tanto, ellos hacen con su vida lo que estiman
conveniente.
Sin ser
extremistas, es razonable tener una vida organizada, con alimentación
balanceada, higiene adecuada, respeto de horarios para la vida personal y
social, y asistencia a los especialistas de cualquier tema, incluidos los
médicos, cuando tenemos dudas sobre determinado asunto.
Y es que hasta los
galenos acuden a otros colegas para examinarse, pues todos podemos equivocarnos
en una apreciación, por lo que vale discutir si no hay coincidencia de
criterios, cuando las enfermedades aparecen.
No siempre los
síntomas se presentan idénticos para todas las dolencias. Se conoce que muchos
virus mutan y transforman sus modos de repercutir en la salud humana. Por
tanto, hay que asegurarse correctamente, primero del diagnóstico, para, luego,
llevar un tratamiento ordenado por un facultativo.
Lo demás: escuchar
comentarios de vecinos o personas que nos quieren, pero no son expertos, y que
nos incitan a ingerir tal o más cual remedio o no tener voluntad para ir a
consulta, son procedimientos alejados de la lógica inteligente, de la sanidad
mental y verdaderos atentados contra nuestras vidas.
¿Alguien puede
estimar cuánto daño nos hacemos al incorporar sustancias de diversa índole sin
analizar edad, peso corporal, actividad física que realizamos o alimentación
que recibimos? Cada organismo necesita controlar sus capacidades para saber a
ciencia cierta su ritmo de funcionamiento.
Solo un médico
puede conducirnos en ese camino, para tomar las medidas pertinentes y regular
los químicos a emplear en el tratamiento individual. Bien dijo algún sabio que
no existen enfermedades, sino enfermos. Es esa una sentencia irrefutable de que
el remedio de mi vecina puede no ser el mío o el de usted, aunque,
aparentemente, tengamos síntomas análogos.
Lo peor será que al
administrar mal los medicamentos, además de no curamos, creamos
involuntariamente una barrera, que no permite actuar contra virus, bacterias u
otro microorganismo patógeno.
Automedicarse es
casi un deporte para una parte de la población cubana. No sé si en otro país
ocurre algo similar. Lástima que este no sea de los que compiten en Olimpiadas,
pues a los practicantes casi les aseguro el éxito rotundo por su intrepidez a
toda prueba.
Pero jamás podré
aplaudirlos en segunda vuelta, porque la vida es un examen más difícil y en
algún momento nos hace reconocer cada error.
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