¿CINE INDEPENDIENTES DE QUIEN?
Hace varias semanas las agencias de noticias y algunas
financiadas para trastocar la verdad sobre Cuba, andan alabando un nuevo filme
“independiente” titulado “Santa y Andrés”, el que fue rápidamente estrenado en
el Festival Internacional de Cine de Toronto, en septiembre 2016, y exhibido
durante una gira europea, hasta llegar al Festival Internacional de San
Sebastián, algo que dice del respaldo con el que cuenta y los fines que
pretende lograr, pues películas cubanas de otros temas no alcanzaron tal
divulgación.
La historia que relata “Santa y Andrés”, pretende
destacar una persecución política y agresiones que en la Isla no han tenido
lugar, a pesar de que, ante determinadas posiciones asumidas por algunos
intelectuales, en momentos históricos que no pueden sacarse de contexto para su
análisis, se cometieron errores rectificados con creces.
Según declaraciones del joven cineasta cubano,
Carlos Lechuga, director del largometraje “Santa y Andrés”, su nueva obra trata
sobre una historia inspirada en la vida de escritores y artistas “rebeldes” que
fueron “censurados o perseguidos por la Revolución”, evocando a Reinaldo
Arenas, René Ariza, José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Lydia Cabrera, Guillermo
Cabrera Infante, Néstor Almendros, Carlos Victoria y Esteban Luis Cárdenas.
Lechuga omite que la obra de todos ha sido
publicada en la Isla, Virgilio Piñera es uno de los multipremiados y sus obras
de teatro suben constantemente a escena; Lezama es de los pocos artistas que su
casa fue convertida en museo y su obra publicada por la Revolución, incluso
hasta un libro de recetas con sus comidas preferidas; los errores se repararon.
Su nuevo largometraje evidencia el propósito de
contar la historia a su manera, haciendo del proceso socialista cubano un
monstruo, olvidándose de que fue la Revolución de 1959 el único gobierno que
dio a la cultura el lugar que verdaderamente debe ocupar en la formación de la
nacionalidad cubana.
Hoy existen escuelas de arte en casi todas las
provincias y de forma totalmente gratuita se moldean los talentos que van por
el mundo divulgado la cultura cubana y de la que surgió el propio Lechuga,
quien posteriormente pasó a la escuela Latinoamericana de Cine, fundada y
sufragada por el gobierno del que ahora desea independizarse.
En los años 80 Cuba estaba incluida en la nueva
estrategia estadounidense para desmontar el socialismo, de ahí que uno de los
agentes al servicio de la CIA dentro de Cuba, expresó en ese tiempo ante un
grupo de personas:
“Hay que crear un grupo de hombres jóvenes de
tendencia reformadora y que su actividad consista en transformar la línea
actual de la Revolución…”
Era la etapa que Estados Unidos fortaleció el
trabajo en sus embajadas en Europa del Este, para influir en el campo de la
cultura y la ciencia locales, sobre grupos de jóvenes bajo las consignas de una
“mayor libertad política y libre acceso a la información”. En la Habana su
Sección de Intereses y embajadas europeas hacían de las suyas.
No puede olvidarse la propaganda dirigida para
manipular a su favor errores políticos cometidos, incitando al miedo, el
desaliento, subvertir valores éticos y morales, para satanizar el socialismo.
Desde hace algunas décadas se introdujo el
calificativo de “independiente” en ciertos sectores de la sociedad cubana, para
tratar de desvincular determinados proyectos o agrupaciones del estado; sin
embargo, caen suavemente en brazos de la dependencia de instituciones
extranjeras que aportan el financiamiento, y como se sabe, el que paga manda.
En ese ir y venir de la dependencia de uno o de
otro, se van conformando ideas que buscan alcanzar aspectos que coinciden,
“fortuitamente”, con los esbozados desde la década de los años 80 del siglo XX
por Estados Unidos con su Programa Democracia, dado a conocer por el presidente
Ronald Reagan, el 9 de junio de 1982 ante el Parlamento Británico, donde apeló
a sus aliados para socavar el sistema socialista, al expresarles:
“…debemos emprender acciones para una campaña por
la democracia, nutriendo la estructura de la democracia, el sistema de prensa
libre, sindicatos, partidos políticos, universidades, y todo lo que permita a
los pueblos escoger su propio camino” […]
Desde hace algunos años en sectores de la cultura
cubana tales manifestaciones se hacen presente, y el llamado cine
“independiente” es un ejemplo de ello.
Utilizando el talento de algunos jóvenes formados
por la Revolución que no conocieron penurias, calamidades y necesidades de la
etapa capitalista de Cuba, donde jamás habría podio escribir un guion y menos
llevarlo a vías de hecho, ciertas ONG y embajadas europeas, brindan el
financiamiento para filmes que pretenden lacerar la obra revolucionaria,
mediante la manipulación de la verdad y amplificación de errores cometidos.
Se trata de una línea de acción para desmontar la
historia y entregarla deformada a las nuevas generaciones y al mundo.
Hay quienes pretenden hacer tesis de doctorados
con lo sucedido en Cuba en épocas pasadas, ampliamente rectificado desde hace
varios años; como si en países capitalistas no se hubieran llevaron a cabo
persecuciones implacables por la orientación sexual, y aun hoy los homosexuales
son obligados a renunciar de sus cargos de senadores y representantes al
Congreso de Estados Unidos, o son golpeados crudamente en escuelas y avenidas.
Al parecer, muchos olvidaron o no conocieron que
la persecución verdadera por ideas políticas fue puesta en marcha durante la
llamada Guerra Fría, en el país que dice ser “campeón de los derechos humanos”,
donde miles de personas, principalmente artistas e intelectuales, fueron
fuertemente reprimidos y encarcelados ante la sospecha de ser comunistas.
Fue el período en que importantes Centros
culturales y Fundaciones europeas y norteamericanas, fijaban su atención en el
proceso cubano aportando importantes financiamientos para programas de
investigación y tratar de identificar oportunidades y vulnerabilidades de un
país sometido a una feroz guerra económica y psicológica, según documentos
desclasificados de la CIA y del Departamento de Estado.
Diplomáticos europeos en la Habana iniciaron
acercamientos a profesores universitarios, estudiantes, artistas e
intelectuales. La entrega de regalos, invitaciones a actividades en las
embajadas, la concesión de becas de forma individual, el acercamiento a figuras
de la intelectualidad cultural y científica y ofrecimientos materiales, era
algo cotidiano con el propósito de atraerlos y cambiar su forma de pensar, ante
las carencias materiales que el pueblo sufría.
En muchos casos primó la ingenuidad y la ausencia
de percepción de riesgo ante aquellos planes de influencia política.
ZbigniewBrzezinski, alto funcionario del gobierno
de James Carter, abogaba por “cierta distensión” con los países socialistas
para ir transformando desde adentro la posibilidad del cambio político y
económico, al afirmar:
“La distensión es necesaria para ir trasformando
paulatinamente el estatus en esos países, pues el fracaso de los intentos de
liberación realizados hasta ahora, no hacen más que dar la oportunidad de
alcanzar un cambio lento y desde dentro […]”.
Esos antecedentes, treinta años después, nos transportan
a procesos y tácticas semejantes. El comunicado de la Casa Blanca del 17.12.14,
así lo expone:
[…] “Los cambios introducidos por nuestra nueva
política potenciarán aún más nuestro objetivo de empoderar al pueblo cubano.
Nuestros esfuerzos se enfocan en promocionar la independencia de los cubanos
para que no tengan que depender del estado cubano. La administración (Obama)
continuará implementando programas de EE.UU.
enfocados en promover el cambio positivo en Cuba” […]
No caben dudas, si Lechuga decidiera filmar un
guion sobre los actos terroristas ejecutados por Estados Unidos contra todo el
pueblo de Cuba, como fue la explosión del buque francés La Coubre, los
incendios en los centros comerciales, cines y teatros, los bombardeos a pueblos
pesqueros y campesinos, el asesinato de diplomáticos cubanos en el extranjero,
los intentos de asesinato a Fidel Castro, las explosiones en las embajadas de
Cuba y en los hoteles de la capital, incluso las agresiones a través de la
guerra biológica, como la introducción del Dengue Hemorrágico, no hubiese
tenido el mismo apoyo económico.
Para este largometraje que pretende enturbiar la
obra revolucionaria, contó con financiamiento de la embajada de Noruega en la
Habana, la coproducción del colombiano Gustavo Pazmin y del francés Samuel
Chauvin, más la excepcional oportunidad de que pasara por varios talleres
internacionales durante la preproducción, como el de Ibermedia, CINERGIA,
CINEMART, la beca Carolina de la Fundación SGAE (Sociedad General de Autores y
Editores de España) entre otros, además de la amplia divulgación en sitios
anticubanos como Martí Noticias, Diario de Cuba, el periódico digital 14y
Medio, creado por la CIA para Yoani Sánchez, y la revista “independiente” Cuba
Posible.
Certero fue José Martí al afirmar:
“El arte es una forma del respeto;
pero cuando se le exagera, es una falta de respeto”.
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