¿DEBEMOS TEMERLE A LOS FENÓMENOS METEOROLÓGICOS?
Bejucal, Mayabeque, Cuba - Supongo
que el hombre siempre se ha sentido amenazado por la naturaleza. No en vano tantos sabios proverbios están
relacionados con el tema.
Soy
de los que opina que la Madre Natura es sabia y nos educa, lo que sucede es que
no todos los humanos asistimos a clases, hacemos las tareas y mucho menos
estudiamos para los exámenes que la vida nos muestra a cada paso.
Todo
se aprende, si es de nuestro interés. Para eso están, primero, los padres, la
familia, luego los maestros, los libros, los medios de comunicación. Del actuar
de todos ellos vamos sacando conclusiones, pues no siempre se ponen de acuerdo.
La
meteorología es una ciencia que trata de explicar lo que ocurre en la atmósfera
terrestre, cuando hay calma y cuando no. Las posibilidades técnicas de hoy
permiten avizorar a tiempo la mayoría de los hechos que tienen lugar, desde su
formación, futura trayectoria, fuerzas que los ayudan y otras que los
debilitan.
Cuba
está situada en una región de paso casi obligado de ciclones tropicales,
fundamentalmente entre los meses de junio y noviembre. Es difícil que algún
cubano no conozca al Doctor Rubiera y sus sabias alertas, que tantas veces nos
han permitido organizar el traslado a lugares seguros de las personas con
dificultades habitacionales, mediante la Defensa Civil y el apoyo de todos.
Ya
estamos en plena temporada ciclónica, pero sabemos que la etapa más peligrosa
es la de septiembre a noviembre. Conocemos que debemos hervir el agua, no solo
en el verano cuando es más propicio el aumento de agentes patógenos, pues las
aguas se contaminan más fácilmente cuando hay intensas lluvias.
Igualmente,
en algún lugar de nuestros hogares tenemos preparado los utensilios esenciales
para cuando haya alerta meteorológica, apuntalemos todo lo que pueda andar con
dificultades en nuestras viviendas, quitemos antenas de televisores a tiempo,
aseguremos tapas de tanques altos para que los vientos fuertes no las lancen o
pensemos seriamente qué debemos tener listo para llevar con nosotros para irnos
a otro sitio, si nuestro hogar puede derrumbarse o inundarse.
Muchas
son las familias que construyen con esfuerzos propios, pero deben tener a buen
recaudo sus materiales, que tanto esfuerzo y dinero les costaron, para no
perderlos de golpe, en caso de lluvias y vientos fuertes.
Cuando
se educa bien a los hijos, se les enseña a estar atentos a los fenómenos
meteorológicos por sus consecuencias dramáticas. El miedo no funciona, como
tampoco sirve de mucho creer que no nos pasará nada porque hasta ahora no
sucedió.
Estar
alertas es ser prudentes, inteligentes, mirar con la misma luz larga que nos
ayudó a tener un oficio, construir una casa, crear una familia, ser hombres y
mujeres de bien.
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