domingo, 4 de diciembre de 2011

Bejucal: Un manantial de tradiciones

Bejucal, situada al centro de la provincia de La Habana fue fundada en 1714 por Don Juan Núñez de Castilla. Durante varias décadas, su renglón económico fundamental era el cultivo del tabaco, aunque también sembraban maíz, yuca y otras viandas con el objetivo de satisfacer la alimentación de sus pobladores.

En las primeras décadas del siglo XIX se añadieron a las labores del campo nuevos oficios urbanos, tales como: tabaqueros, panaderos, carniceros, taberneros, tejedores de sombreros de yarey y hasta músicos, lo que nos permite tener una idea del auge comercial de la ciudad.
A partir de 1823 comienzan a aparecer, con bastante frecuencia, apuntes sobre las nuevas autorizaciones para el funcionamiento de los cabildos de negros, a los que se les permitía realizar toques y bailes los días festivos. De lo anterior se deduce la influencia que ejercieron los toques y bailes de los cabildos de naciones en las capas más humildes de la población bejucaleña, sin excluir las personas blancas, dada la periodicidad con que se hacían públicas estas manifestaciones de su cultura.


Bejucal cuenta con un importante y rico caudal de tradiciones populares, unas han desaparecido en el decursar de los años, otras permanecen hasta nuestros días y las Charangas de Bejucal es una de ellas.

Las Charangas de Bejucal constituyen junto a las Parrandas de Remedios y los Carnavales de Santiago de Cuba, las fiestas populares tradicionales más antiguas de las conocidas en el país que mantienen su vigencia. El estudio de esta fiesta, representa un rico testimonio de las etapas vividas por nuestro pueblo, al mismo tiempo que reafirma nuestra identidad, nacional y provincial, sobre la base de la asimilación, a través de un proceso de transculturación de elementos afro-hispánicos que se han consolidado para dar paso a nuestra propia cultura.

En cuanto al origen, evolución y desarrollo de esta festividad se ha ido creando un conjunto de valores que reflejan el modo de vida de la población bejucaleña, abarcadora de distintas expresiones, tanto materiales como espirituales, además de expresar las diferentes formas de relaciones sociales trasmitidas de una a otra generación, determinando la perdurabilidad de variadas manifestaciones culturales: la música, el baile, los espectáculos, entre otras.

El nacimiento de la tradición charanguera por vía religiosa y su lenta evolución hacia lo profano es evidente. Como todos conocemos la colonización española introdujo en la isla la religión católica. En las navidades, el 24 de diciembre, se celebraba en la iglesia la misa del Gallo. Para la misa se hacían sonar las campanas y de esta forma se llamaban a los vecinos, algunos de los cuales portaban largos fotutos y caracoles que hacían sonar dentro y fuera del templo, antes de comenzar el ritual para atraer a la población.

Terminada la ceremonia los grupos, blancos y negros, salían del templo con gran algarabía, por diferentes puertas. Estos grupos con el decursar del tiempo formaron los conocidos bandos contrincantes: los Malayos y los Musicanga. Los primeros integrados por españoles en su mayoría, aristócratas y algunos criollos españolizados, los segundos compuestos por esclavos, negros libres (que procedían de los ingenios de la zona) y de la población en general.

Las diferencias y rivalidades políticas de las clases sociales se reflejaban en estos bandos y poco a poco fueron surgiendo pugnas políticas y raciales Las alegres fiestas de Navidad se vieron envueltas en el movimiento independentista, que nacía en los cubanos por romper el yugo colonial. Es así, que las charangas fueron suspendidas por las autoridades, al estallar la Guerra de los Diez Años, en 1868 y posteriormente con el estallido de la Guerra del895.

La aparición de estas fiestas en el siglo XIX, son una continuidad lógica de las carrocitas en andas que proliferaron en centurias anteriores. Estimamos que el período entre 1902 y 1920 fue el más importante desde el punto de vista de la organización de los bandos, de la calidad artística de las piezas y de las iniciativas puestas en práctica por sus simpatizantes durante toda la etapa seudorepublicana. El elemento conocido como “sorpresa”, es uno de los aportes fundamentales de las Charangas de Bejucal a las fiestas populares tradicionales de nuestro país.

En el siglo 19 la música de las Charangas tenía sus variantes, atendiendo a que la interpretación y temas de ambos bandos eran diferentes. Es a partir del siglo 20 que se produce una fusión y la conga será el ritmo fundamental que toquen los tangos de cada grupo. Aún cuando existen evidencias orales de que en el siglo 19.

La diversidad de ritmos que eran bailados en las charangas pudo ser grande, atendiendo a la cantidad de cabildos de origen africano que eran autorizados y permitidos en Bejucal, además de la consabida presencia de peninsulares, con el tiempo la conga se adueñó de la población y quedó como el único exponente músico-danzario que se ejecuta en esta fiesta hasta nuestros días.

Los cantos han tenido una evolución histórica en toda la etapa colonial y la seudorepública, respondieron a temas, personajes e intereses propios de los bandos, alimentando la pugna contra el contrario. En la actualidad son interpretados temas tradicionales y populares.

Las Charangas como fiesta popular forman parte de nuestras tradiciones más genuinas, su organización y desarrollo llevan en si mismas un conjunto de tradiciones autóctonas, un compendio de manifestaciones culturales de un alto valor, como: su música, diseño y confección del vestuario, el diseño y construcción de carrozas o piezas charangueras que suponen la continuidad de las mejores tradiciones artesanales del país. Además, la conga, como baile de añeja tradición y aceptación popular, así como la forma de presentación de los encuentros de las piezas se enmarcan dentro de las mejores formas del teatro vernáculo cubano.

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