La Medicina Latinoamericana celebra su día este tres de diciembre y en las hombres y mujeres de batas blancas, las proezas en los indicadores de los programas priorizados y la atención de salud en nuestro pueblo, encuentran el espacio para el reconocimiento y la fiesta por un año más de trabajo conseguido desde el esfuerzo y sacrificio.
En el municipio de Bejucal como en otras regiones cubanas este es tiempo de homenajes para los protagonistas de los altos indicadores en la esperanza de vida, en la baja tasa de mortalidad infantil, en la garantía de calidad de existencia que se basa en una atención de salud a la altura de los más desarrollados países del mundo, que se sustenta sobre sólidas bases de humanismo y amor a los demás.
Ellos son los que protagonizan ahora mismo hermosas páginas de heroísmo en las tierras de Bolivia, Ecuador o Venezuela, son los que apegados al libro, la computadora o desde la investigación constante, asumen la misión de siempre salvar vidas, de entregarse desde la sonrisa y el amor, de darse en el afán de sanar y llevar el alivio y la comprensión hasta sus pacientes.
Para ellos que suelen a veces vestirse de ángeles cuando vamos hasta su encuentro, para quienes hoy llevan la luz de una América distinta en las naciones hermanas, para esos que aquí custodian la buena salud de nuestra gente se hace también esta fiesta; no hay premio mejor a su obra que ese abrazo agradecido de un país que les sabe entre sus hijos imprescindibles.
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