DISCIPLINA LABORAL, ¿ES POSIBLE?
Muy
difícil se hace esclarecer un tema cuando su razón de ser se ha perdido. Así
pensaba cuando organizaba las ideas para algo tan vital como la disciplina
laboral.
No
hay que resaltar cifras de cumplimientos o números significativos de
producciones, mucho menos nombrar ejemplos imperecederos.
Cuba
se reordena económicamente y ese hecho supone cambios trascendentales. Los
resultados no llegarán tan rápido como las transformaciones. Estas últimas nos
sobrecogen muchas veces, pues no todo lo que es necesario hacer, puede
alegrarnos a cada uno de nosotros. Nuestros cuerpos y mentes, acostumbrados a
un ritmo, deben flexibilizarse para acoger los nuevos tiempos.
Claro
que no estoy seguro que siempre se estén dando pasos firmes por los organismos
encargados de organizar y dirigir tan complejo entramado social y laboral, para
que las buenas intenciones no nos lleven al lugar equivocado.
Soy
testigo cotidiano de cómo, en dependencia del líder o jefe de una institución,
un colectivo puede sentirse más o menos comprometido con su responsabilidad
ante la sociedad. No debiera ser, pero ocurre, porque los hombres necesitamos
una guía, y si esa no es la correcta, el caos puede sobrevenir.
La
disciplina laboral no se impone desde una resolución ministerial ni se aplica
mediante la mano torpe de un malogrado aprendiz de jefe, al cual el colectivo
no sigue y, por tanto, mucho menos respeta.
Cuando
un hombre siente necesidad de levantarse temprano, alistarse y llegar puntual
cada día a su puesto; cuando saluda a todos desde que entra, comenta sobre las
tareas del día y busca las mejores vías para cumplirlas, es porque su cuerpo y
su mente están entrenados para vivir en sociedad y cumplir deberes.
Disciplina
es sentido de pertenencia y respeto por uno mismo, por el trabajo y por la
familia que cree en nosotros y espera de nuestros mejores resultados. Solo
haciendo de cada puesto de trabajo una rutina inviolable, se logra hacer
siempre bien la tarea asignada. Esa es la magia para hablar de calidad en el
proceso tecnológico y para lograr eficiencia económica.
Conocemos
de los múltiples problemas de la economía cubana, pero siempre hay colectivos
que se organizan y salen adelante, a otros no los salva ni el médico chino. Los
que trabajan en los primeros se esfuerzan, entienden cuando se les pide hacer
horas extras, cuando alzan su mano para señalar algo que no anda bien y son
escuchados, saben que hicieron lo correcto.
Donde
exista un colectivo sin guía firme y capaz, los trabajadores disciplinados
tratarán de resolver en vano cada entuerto y podrán sentirse mal por no
encontrar respaldo. Y peor, cuando los resultados aborten las esperanzas de
productividad y mucho menos de estimulación moral o material.
La
disciplina laboral nunca será un lema. Si la administración y la
correspondiente sección sindical no llegan a acuerdos constructivos, nada
funcionará debidamente y la eficiencia económica será un sueño del pasado,
convertido en quimera.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio