domingo, 8 de enero de 2012

La entrada de Fidel a la capital del país, el 8 de enero de 1959, constituyó el inicio de una nueva etapa en la historia de la revolución cubana, la que ya había emprendido el líder cuando se propuso acabar con las injusticias que se llevaban a cabo en nuestro país.

Fidel, junto a otros compañeros de lucha, vestían el verde olivo que identificaba el color de la esperanza y de la verdad, el color de la dignidad que distingue aún a nuestro guía.

La entrada de Fidel a La Habana fue la conclusión de una gesta iniciada en Santiago de Cuba. El cariño había reinado durante el trayecto desde Oriente hasta Occidente, pues el pueblo había salido a las calles por dondequiera que pasó la caravana de la libertad. Los barbudos estuvieron plenos de goce no sólo por el deber cumplido, también por el reconocimiento de su hazaña.


Ese día en la noche, Fidel pronunció un significativo discurso en
el campamento de Columbia, es ese día también en el que en un momento de su discurso, Fidel se dirigió al Héroe de Yaguajay para preguntarle: ¿Voy bien, Camilo?, hecho que evidenció la seguridad que el Comandante en Jefe sentía cerca de Camilo, en quien depositó toda su confianza y admiración.

"Estamos en un momento decisivo de nuestra historia – dijo Fidel en una parte del discurso- La tiranía ha sido derrotada. La alegría es inmensa y, sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil. Quizás en lo adelante, todo sea más difícil"

Y así ha sido, el camino se ha tornado más difícil porque todas las miradas dirigidas a Cuba no se originan en ojos bondadosos, muchas son malignas, pero nosotros seguimos aquí, demostrando que podemos y cada día nos exigimos más para perfeccionar lo hecho y trazar nuevas estrategias que posibiliten mantener la revolución con dignidad, con la misma decencia de aquellos hombres que el 8 de enero del 59 entraron a La Habana formando parte de la caravana de la libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario