jueves, 30 de enero de 2014

CUANDO DE AHORRO SE TRATA


¿Cómo ser una excelente ama de casa? Si se hiciera un concurso para elegir a la ama de casa más eficiente en Bejucal, seguro que uno de los principios elementales a analizar sería el del ahorro del presupuesto familiar.
Yo conocí una en esa localidad situada a unos 10 kilómetros de la capital cubana, que como la mayoría de las mujeres cubanas contemporáneas, no era una simple ama de casa, tenía demasiadas responsabilidades sociales, laborales, intelectuales, pero, además, era el timón de su hogar. Sola enfrentaba su vida y la de su hijo.
Nunca la escuché quejarse, siempre me sorprendió su maravillosa creatividad y organización para que todo funcionara sin mayores contratiempos en su modesta vivienda. Hasta las enfermedades de su pequeño tenían un orden de prioridad.
Y creo que con lo dicho hasta aquí, he dejado claro que para mí el ahorro tiene componentes imprescindibles que, cuando no se tienen en cuenta, falla el mecanismo. Si alguno de los elemento a atender queda rezagado, comienzan a aparecer dificultades que interrumpen la buena marcha del proceso hogareño.

Es posible que existan algunas casas en la mundialmente conocida como ciudad de las charangas donde un hombre sea quien lleve las cuentas de cómo utilizar el presupuesto. Pero si así fuera, lo más probable es que viva solo o tenga alguna mujer cercana –dígase abuela, madre, hermana, novia, esposa, hija- a quien le entrega el dinero para que ella ejecute las compras y el pago de impuestos de su domicilio.
Parecer ser que las mujeres poseen un don especial para entender cómo hacer más con menos.
Ahorrar es sinónimo de madurez, sabiduría, sentido común, instinto de conservación de uno mismo y de la especie humana. Las mujeres, esa fábrica donde se hace la vida, desde los más remotos tiempos distribuyeron, planificaron cada migaja de pan para que nadie quede sin lo necesario.
Pero ahorrar jamás será dejar de comer, vivir a oscuras para que el consumo eléctrico no aumente, no tomar agua para que alcance, tener un solo vestido y un solo par de zapatos para no gastar dinero en supuestas vanidades, no bañarse para ahorrar agua y jabón.
Dejar de hacer las cosas esenciales y gratas de la vida no es ahorrar. Es malvivir, disgustarse, no encontrar el ritmo que lleva al término medio de lo necesario.
Quienes buscan cómo reciclar o reusar cosas viejas para convertirlas en otras nuevas, bellas, útiles, encuentran un camino que todos podemos experimentar de las más diversas maneras en este poblado donde cada año se celebran las Charangas. El tiempo, ese maestro implacable, no nos permite quedarnos atrás, pero jamás nos obliga a ser violentos para ser felices.
Cuando usted se compara con su amigo, con su hermano o con el vecino, lo más probable es que, además de estar siendo poco ético, esté perdiendo su precioso tiempo. Pero si lo que encuentra como alternativa es imitarlo y competir con él, entonces si que habrá fracasado.
Sueñe sus propios sueños por raros que le resulten. Lo que a primera vista parece poco interesante, el empeño que le pongamos, el entusiasmo que le dediquemos, lo convertirá en magnífica obra.
Alguien debe convertirse en líder o jefe de cada hogar, llamar a todos y planificar cómo emplear la ingeniosidad criolla, el humor, la “chispa” cubana para que la convivencia fluya, el consumo energético no se dispare, el agua alcance y todo lo demás también.

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