domingo, 1 de julio de 2018

LLEGÓ EL VERANO, PERO ¿SABEMOS DIVERTIRNOS?



“Reír es una cosa muy seria” es el nombre de uno de los mejores espectáculos de teatro que por estos días podemos disfrutar los cubanos de todo el país para refrescar de tanto calor y desconectar por un rato de más de una preocupación.
El teatro es la vida misma, llevada a las tablas. Claro que un grupo artístico puede presentar la obra en un parque, en un campismo, en la salita de la casa de un amigo, en la biblioteca municipal y, hasta para bien de muchos, en una sala de personas enfermas para que la risa sana e inteligente nos recuerde que estamos vivos, que nos amamos, que nada puede quitarnos nuestra fe en el mejoramiento humano.

La risa es posible solo en los humanos. Es un indicativo de nuestra capacidad para entender la vida, vivirla y tratar de ser felices, sin buscar en otras personas lo que tenemos dentro, gracias a nuestro espíritu, nuestra fuerza interna, nuestra responsabilidad con nosotros y con la especie humana.
Leer, escuchar la radio, ver la televisión, compartir en familia, conversar de temas agradables e instructivos siguen siendo posibilidades a la mano de todos, que nada ni nadie puede quitarnos en las peores circunstancias. Son opciones que el día a día nos regala y si no las aprovechamos, nuestras vidas se quedarán vacías.
El valor monetario de la felicidad depende de cada uno de nosotros. Ese precio lo pone quien trata de comprar su felicidad y no la encuentra en sí mismo.
Recuerdo que en la obra “Reír es una cosa muy seria” se alude al ron, que se vende en los cabarets y centros diurnos, y nocturnos más frecuentados por los cubanos, para pasar un rato agradable en compañía de amigos o de nuestra pareja. Del chiste que se hace sobre el ron, mejor ni les cuento, prueben a enterarse viendo la puesta en escena.
Del chiste al ron va un pequeño lapsus, que muchos y muchas no tienen en cuenta. Cuando ese delgado momento de reflexión lo dejamos escapar, el chiste se convierte en drama. Esas siempre han sido las dos máscaras que identifican al teatro, que –repito- es la vida cotidiana cuando nos sentamos a verla.
Ron, ¡que rico o que malo puedes ser! Eso lo elegimos nosotros. Algunos lo compran y guardan en sus casas para los momentos de celebración, otros inventan los momentos de celebración para nunca guardar el ron y empinar el codo hasta el final.
Las cosas más bellas nos cuestan la vida, al menos eso dice Silvio y lo apruebo yo. Las cosas bellas, agradables pueden perdurar en nuestro eterno verano cubano si no les añadimos ron.
El espectáculo de quienes prefieren las bebidas alcohólicas para divertirse no lo están presentando ahora mismo en ninguna sala de teatro conocida. Pero si nos acercamos a cualquier centro de diversión –dígase playa, piscina, campismo, casa de amigos o familiares o un vehículo en marcha- seguro que entenderemos que el ron no tiene nada que ver con divertirnos y sí mucho con lamentarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario