LLEGÓ EL VERANO, PERO ¿SABEMOS DIVERTIRNOS?
“Reír
es una cosa muy seria” es el nombre de uno de los mejores espectáculos de
teatro que por estos días podemos disfrutar los cubanos de todo el país para
refrescar de tanto calor y desconectar por un rato de más de una preocupación.
El
teatro es la vida misma, llevada a las tablas. Claro que un grupo artístico
puede presentar la obra en un parque, en un campismo, en la salita de la casa
de un amigo, en la biblioteca municipal y, hasta para bien de muchos, en una
sala de personas enfermas para que la risa sana e inteligente nos recuerde que
estamos vivos, que nos amamos, que nada puede quitarnos nuestra fe en el
mejoramiento humano.
La
risa es posible solo en los humanos. Es un indicativo de nuestra capacidad para
entender la vida, vivirla y tratar de ser felices, sin buscar en otras personas
lo que tenemos dentro, gracias a nuestro espíritu, nuestra fuerza interna,
nuestra responsabilidad con nosotros y con la especie humana.
Leer,
escuchar la radio, ver la televisión, compartir en familia, conversar de temas
agradables e instructivos siguen siendo posibilidades a la mano de todos, que
nada ni nadie puede quitarnos en las peores circunstancias. Son opciones que el
día a día nos regala y si no las aprovechamos, nuestras vidas se quedarán
vacías.
El
valor monetario de la felicidad depende de cada uno de nosotros. Ese precio lo
pone quien trata de comprar su felicidad y no la encuentra en sí mismo.
Recuerdo
que en la obra “Reír es una cosa muy seria” se alude al ron, que se vende en
los cabarets y centros diurnos, y nocturnos más frecuentados por los cubanos,
para pasar un rato agradable en compañía de amigos o de nuestra pareja. Del
chiste que se hace sobre el ron, mejor ni les cuento, prueben a enterarse
viendo la puesta en escena.
Del
chiste al ron va un pequeño lapsus, que muchos y muchas no tienen en cuenta.
Cuando ese delgado momento de reflexión lo dejamos escapar, el chiste se
convierte en drama. Esas siempre han sido las dos máscaras que identifican al
teatro, que –repito- es la vida cotidiana cuando nos sentamos a verla.
Ron,
¡que rico o que malo puedes ser! Eso lo elegimos nosotros. Algunos lo compran y
guardan en sus casas para los momentos de celebración, otros inventan los
momentos de celebración para nunca guardar el ron y empinar el codo hasta el
final.
Las
cosas más bellas nos cuestan la vida, al menos eso dice Silvio y lo apruebo yo.
Las cosas bellas, agradables pueden perdurar en nuestro eterno verano cubano si
no les añadimos ron.
El
espectáculo de quienes prefieren las bebidas alcohólicas para divertirse no lo
están presentando ahora mismo en ninguna sala de teatro conocida. Pero si nos
acercamos a cualquier centro de diversión –dígase playa, piscina, campismo,
casa de amigos o familiares o un vehículo en marcha- seguro que entenderemos
que el ron no tiene nada que ver con divertirnos y sí mucho con lamentarnos.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio