El
tiene la fuerza de abrir tus brazos cerrados, robar un beso a tus labios,
arrancarte una sonrisa, alegrar el corazón más triste y hacerte feliz. Es
cariñoso y delicado, tierno e ingenuo, alegre maldito y juguetón. Necesita de
tu afecto, cuidados y mimos, de tu respeto y responsabilidad para crecer como
un hombre o mujer de bien.
Cuando
nace tan pequeño y hermoso, algo dentro de ti se estremece y como rayo de luz,
se expande por todo el cuerpo, dejándote sentir una sensación indescriptible de
placer, tan dulce y fuerte a la vez, que afloran a tus ojos las primeras
lágrimas que habrás de verter al traerlo al mundo.
Si tiene un dolor, lo devuelve en gemidos que
consuelas con premura, por temor a que persista. Siempre reclama tu presencia.
Y que triste entonces, qué lágrimas y pucheros cuando lo regañas fuerte y le
das palmadas evitando que actúe de manera incorrecta.
Cubre
de mariposas tus regaños, ponle esposas a tus manos y con una fuerte
cadena de besos, baña todo su cuerpo, átalo a tu alma y agradece a la vida su
existencia, piensa en lo afortunada que eres por tener junto a ti a esa persona
con alas de ángel.
Puede
padecer dolor, hambre y tristeza, la cura está en tus manos, refúgialo en
tu pecho y solo verá la luz, aunque esta no sea la de la vida. Este primero de
junio, día mundial de la infancia, conviértete en ladrón de sus sueños,
demuéstrale que todos pueden ser reales, si estás junto a él.