Bejucal, Mayabeque, Cuba - El concierto transculturado de las tradiciones festivas españolas y africanas se encuentra en el fondo de las Charangas, realizadas al culminarse el Novenario de Aguinaldo, o sea, después de las nueve misas que anteceden a la Nochebuena y que concluyen el 24 de diciembre con la Misa del Gallo.
Es harto conocido el arraigo de las fiestas navideñas en nuestro país, celebrada quizás desde antes del Siglo XVIII, como día de asueto y abundante beber y comer. Como en muchas sociedades esclavistas, en Cuba se les concedió un día de “libertad” festiva a los negros, lo que constituía una descarga de tensiones en las relaciones esclavo-señor, y a la vez, una necesaria evasión hacia las fuentes de sus ancestros y sus culturas que les confortaban del miserable estado de sus existencias.
En la Habana y otra ciudades del interior se celebraba el Día de Reyes (6 de enero) como “saturnales de color”. En otros lugares, como en Bejucal, la Nochebuena resolvió esa necesidad de diversión de los esclavos y sirvió a los amos para atenuar las relaciones de explotación y violencia con el clásico aguinaldo. Partía de las autoridades administrativas y religiosas del señorío la concesión de permisos para la celebración de fiestas públicas y cabildos de nación.
Las Charangas de Bejucal nacieron de la más auténtica vena popular. En ocasión de la Misa del Gallo, y desde el inicio estuvieron cifradas por las procesiones festivas, los encuentros emulativos y las tradiciones músico-danzarias españolas y africanas.
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